1- "NO SOMOS HORMIGAS" UNA GUIA OPTIMISTA DE LO QUE SOMOS CAPACES DE HACER.

2- TEJIENDO LA RED DE LA VIDA.

3- ITHACA: UN SISTEMA ECONÓMICO DIFERENTE Y SOSTENIBLE. 



 

 


1- "No somos hormigas"

Una guía optimista de lo que somos capaces de hacer

 

No somos hormigas", un proyecto optimista 
sobre lo que hemos sido capaces de hacer como especie y los proyectos 
que están cambiando las formas de hacer las cosas y mejorar nuestro 
entorno.


30.03.2011 · Patricia Simón

 

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Portada del libro "No somos hormigas"

 

“A todos los pesimistas y desinformados por hacernos ver que este 
libro era tan necesario. ¡Gracias! Fernando, Javi, Pablo y Doris”. Con 
esta dedicatoria comienza 
No somos hormigas, una recopilación 
nada convencional de los avances de la humanidad, de las situaciones de 
injusticia que deben resolverse y de experiencias y modelos de acción y 
cambio social que han demostrado que se pueden hacer las cosas mucho 
mejor y además conseguir una mejora en nuestro entorno. En estos 
tiempos, determinados por la crisis, aparece un libro para recapitular y
encontrar en los datos y en la capacidad de innovación razones para el 
optimismo.

 

El proyecto No somos hormigas comienza en el libro impreso, que durante la primera semana en las librerías se alzó como uno de los más vendidos, y el libro digital que está en licencia Creative Commons. Pero donde el proyecto tiene su verdadero motor y razón de ser es en la web y en las redes sociales.
Diariamente, al listado de proyectos de transformación social, entre 
los que se encuentra periodismohumano, se van añadiendo nuevas 
iniciativas que cumplen al menos dos de estos tres requisitos:

 

·         El proyecto aumenta las posibilidades vitales de las personas.

·         Hace un uso eficiente de los recursos materiales e intelectuales disponibles

·         Hace un uso más sostenible de los recursos naturales

 

 

“Una ONG clásica aquí no entra porque no cambia las formas de hacer
las cosas. No las criticamos, creemos que es muy importante, por ejemplo,  
Médicos Sin Fronteras, pero queríamos proyectos que cambian la forma de
hacer las cosas para que la gente pudiera ayudarse entre sí misma”, 
nos cuenta 
Doris Obermair,
una de las impulsoras de esta iniciativa, además de consultora en Ideas
for Change, entre las otras dedicaciones que conforman su 
currículum multidisciplinar y de emprendimiento, dos características fundamentales de los proyectos recomendados por No somos hormigas. Conversamos con ella por skype.


P. ¿Cómo nace la idea de “No somos hormigas”?

 

R. El libro empieza como una idea de Javi (Javier Creus, uno de los autores), que llevaba años pensando que tan mal no estamos:
estamos más alfabetizados que nunca, hay menos muertes por 
desnutrición, más mujeres en el poder, más conciencia en temas 
medioambientales… Y como no quiere darle la lata a los amigos empieza a 
hacer listas de cosas que van bien. Un día se lo comenta a Fernando 
(Fernando Casado), que está muy metido en temas de desarrollo. Empiezan a
hablar y pensar “deberíamos buscar estadísticas para tener datos 
objetivos de que como especie somos más que nunca, por ejemplo… Por eso 
hemos elegido la metáfora de las hormigas, porque en este caso siempre 
pensamos en muchas, no como cada país con sus problemitas, sino 
como especie en sí, que somos un éxito. Y esto lo hemos comprobado eligiendo las estadísticas más interesantes, que no están basadas en índices económicos.


 

P. “Podemos prevenir y curar enfermedades más que nunca”, 
“estamos más nutridos que nunca”, “tenemos más acceso al agua que nunca”
son algunos de los baremos positivos que destacais. Pero también es 
curioso que valoréis como positivo que seamos más que nunca, cuando 
muchos científicos consideran la sobrepoblación del planeta como un 
grave problema medioambiental.

 

R. Somos humanistas, no podemos partir de la 
hipótesis de que alguien sobra. Eso sería muy cruel. Lo que sobra es la 
manera de hacer las cosas de manera destructiva.http://periodismohumano.com/files/2011/03/Imagen-38-600x390.png

 

P. En la introducción, leemos: “Estamos inmersos en una nueva
revolución tecnológica que nos permite organizarnos como ciudadanos del
mundo, que nos dota de la capacidad de proponer fines más ambiciosos y 
conseguirlos sin poner tanta presión sobre otros seres humanos o el 
planeta”. A estas alturas nadie duda del papel fundamental que han 
jugado las redes sociales en las revueltas en Egipto y en Túnez, y en 
las que vinieron después. Pero vosotros, ¿cómo valoráis el papel de la 
tecnología en estos hechos históricos?

 

R. Lo fuerte de este libro es que sale en un momento
clave. Su historia es de tres, cuatro años, cuando todavía no 
hablábamos de crisis. Viene de la inquietud del ‘no vamos tan mal’ y de 
la certeza de que hay tantas cosas que ya se pueden hacer de otra 
manera… La tercera parte del libro, dedicada a las experiencias 
positivas, es la que yo he desarrollado. Internet es una fuerza muy 
importante a la vez que una herramienta que ha facilitado todas estas 
revoluciones. Por supuesto, las hacen los ciudadanos, pero sin Internet 
no sería posible lo que hizo por ejemplo  
Wael Ghonim,
iniciador de las protestas en Egipto. Lo que hace Internet es 
descentralizar el poder y ahí está la fuerza innovadora de la gente que 
sabe aplicar esas herramientas en su propio bien. La forma industrial de
hacer las cosas está basada en la centralización: para que existiera la
aspirina era necesaria Bayer. Ahora ya no la necesitamos. Hay que ver 
cómo pueden llegar más medicamentos a más gente, dejemos que se 
produzcan genéricos…. Estas herramientas están en manos de muchos.

 

La revueltas en el mundo árabe y el norte de África es algo que 
estábamos intuyendo. La gente se está dando cuenta de que Internet tiene
una fuerza brutal. Ahora ya no puedes mentir, todo sale, porque cuando 
alguien corta Twitter, se desarrolla otro programa con el que puedes 
llamar, como ocurrió en Egipto con el 
Speak2Tweet.
Estamos viviendo una época de transparencia total que a muchas empresas
les obliga a repensar sus procesos de producción y cómo se comunican 
con el mundo. Y eso gracias a Internet, con lo bueno y lo malo, porque 
es casi una tiranía de la transparencia.

 

P. En esta guía conjugáis muchas disciplinas: publicidad, 
información, grafismo y aliais el papel, el libro, con la web, las redes
sociales, las TIC…. Sois un equipo multidisciplinar, que ha escrito un 
libro optimista que está teniendo gran éxito en las librerias 
tradicionales, pero también en la Red. Con este trabajo parecéis lanzar 
un claro mensaje: hay que innovar y sumar todas estas áreas para 
emprender proyectos exitosos.  ¿De los proyectos que recomendais en el 
libro, que recetas destacarías?

 

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R. Voy a poner algunos ejemplo. Fix my street (Arregla
mi calle). Es una herramienta muy sencilla donde los ciudadanos pueden 
dar de alta problemas que tienen en sus calles: en el bordillo falta una
losa, se fundió la bombilla de una farola… El proyecto tienen el fin de
que los ciudadanos retomen la iniciativa de tal forma que la 
administración pasa a tener mil ojos. Es muy fácil de utilizar: haces 
una foto con el móvil mismo y la subes a su web. Te permite hacer un 
seguimiento de si ha sido solucionado o no. Y es de una brutal 
transparencia.

 

Otro proyecto, el científico de Creative Common está dirigido a facilitar el tema de las patentes y de los derechos de autor en la ciencia.
Debería ser mucho más fácil compartir el conocimiento entre los 
científicos que con el sistema actual, basado en la publicación en 
papel, están haciendo el mismo trabajo, las mismas investigaciones 
porque desconocen los resultados que están obteniendo en África o en 
Asia. Es absurdo en la época de Internet. Imagínate un proceso en el que
todos pudiéramos saber qué están haciendo y aprovechar ese 
conocimiento. El resultado sería la aceleración de muchos problemas 
médicos en el mundo, por ejemplo de la malaria.

 

 

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"Lo que no va: Pero la riqueza sigue estando mal repartida"

 

Otro, The good gym: gente que quiere hacer deporte 
se inscribe y va a hacer la compra para gente mayor que no puede salir 
de casa. Con este proyecto consigues que la gente tenga una fórmula 
fácil para hacer algo por el bien común,  no cambias el mundo pero sí 
cómo se hacen las cosas. Ya no eres tan hormiga. Y algo fundamental en 
todos los proyectos que seleccionamos: 
son exportables, lo puedes montar en cualquier sitio del mundo.

 

P. Si el equipo de No somos hormigas pudiera emprender ahora un proyecto, ¿cuál haríais?

R. Pues estamos pensando algo, pero aún no podemos decirlo. Está vinculado con la educación.

 

P. En todos los ejemplos que ponéis, que se desarrollan 
principalmente a través de Internet, el gran problema sigue siendo la 
financiación. ¿Cómo creéis que se va a solucionar este asunto?

 

R.  Creo que se van a 
establecer los modelos mixtos, con servicios de pago y servicios 
gratuitos. Y creo que la fórmula que se acabará imponiendo será el 
micropago, pagar por aquello exactamente que desees. Estamos en una 
transición muy fuerte, es complicado. La publicidad es una de las 
fórmulas, pero la suscripción también. Yo prefiero pagar por ciertas 
cosas, por ejemplo ver The Wire en buena calidad. Y ya hay fórmulas, 
como
 filmin, que pagan una cantidad 
al mes puedes ver cine de forma legal. Siempre va a haber gente que vaya
al cine, pero tiene que haber la forma de pagar por los contenidos 
online.
Lo que hay que cambiar son los hábitos. Detrás de una película hay 
mucha gente que tiene que comer y algo tengo que pagar. Los de 
Cosmonauta, son otro ejemplo del que vamos a aprender para el futuro.

 

P. El libro está funcionando muy bien. ¿Cuáles son los siguientes pasos?

 

Es un proyecto vivo, lo que más nos gusta es que nos envíen proyectos que si pasan el criterio, los damos a conocer a través de las redes sociales y de nuestra web en español y en inglés, que también tenemos. Ahora estamos preparando la edición inglesa e italiana del libro.



FUENTE: http://periodismohumano.com/

 

 

 

2- Tejiendo la Red de la Vida. 

(página oficial de Máximo Sandín)


 http://www.somosbacteriasyvirus.com/index.html                                           

 

"La práctica científica es una actividad maravillosa". 

 

Para mí, y supongo que para la mayoría de los científicos, no hay una profesión más bella, más gratificante personalmente, que dedicarse a la búsqueda del conocimiento para compartirlo con los demás. Y los conocimientos, cada día más profundos, sobre la Naturaleza nos están mostrando una realidad que supera las fantasías de la mente más creativa. 



Un Mundo (tal vez un Universo), en el que todos y cada uno de sus componentes están integrados, coordinados en una red que conecta el mundo orgánico con el inorgánico en la que todos, absolutamente todos sus componentes tienen su papel. Todos contribuyen al mantenimiento equilibrado de la vida y la Naturaleza tiene sus propios medios para mantener este equilibrio".





                                                                            
(Máximo Sandín)

 

http://www.somosbacteriasyvirus.com/images/img11.jpg

http://www.somosbacteriasyvirus.com/index.html






      


ITHACA: UN SISTEMA ECONÓMICO DIFERENTE.


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Mientras un sistema económico y financiero injusto y corrupto decae y se precipita hacia su desintegración, 
otro/s sistemas florecen.
Es realmente muy interesante el caso de esta ciudad que ha nacido y
de la que se están copiando otras ciudades de EEUU: Ithaca.

Pero esto no sólo está 
ocurriendo en EEUU sino en todo el mundo occidental…
Estamos en proceso de cambio, y cuando más 
apriete y dure la crisis, más personas abandonaran el sistema antiguo 
para participar en el nacimiento de nuevos sistemas, más solidarios, 
honestos y sostenibles con la naturaleza.




  Cuando cambias la forma de ver las cosas, la forma de las cosas cambia…

  





Numerosas ciudades han puesto fin a la cultura del coche y del chalé adosado y han hecho del ecologismo su religión.


Hay un lugar en Estados Unidos donde cerró un McDonalds por falta de 
negocio. Un lugar que ha puesto en marcha su propia moneda local (las 
horas), con una bucólica ecoaldea camuflada en un vergel de bosques y 
lagos, con un fastuoso mercado de granjeros que todos los fines de 
semana atrae a cientos de turistas, con 30.000 vecinos volcados en 
cuerpo y alma en todo tipo de asociaciones y cooperativas.


Ese lugar se llama Ithaca, queda a cuatro horas de Nueva York y es la 
punta de lanza del cambio de mentalidad que se está gestando en el 
corazón del imperio. 
Piensa globalmente, actúa localmente.. . 
Ithaca
no es el paraíso, y a simple vista no se distingue en exceso de la 
típica ciudad de provincias del noreste. Tiene, sí, el sello de la 
reputadísima Universidad de Cornell, pero hasta en eso se parece a 
tantas otras. Lo que diferencia a Ithaca es una energía especial, un 
imán que sólo tienen ciertos lugares elegidos. 


Sólo así se explica que aquí se crearan hasta 50 comunas en plena 
eclosión del movimiento hippie. Luego, los jóvenes idealistas se cortaron la 
melena, se hicieron prácticos. Muchos de ellos decidieron echar raíces 
en la ciudad y esparcir las semillas del cambio en el mundo real. 


En 1989 llegó un alcalde socialista, Ben Nichols, y ahí empezó la 
leyenda de la ciudad más innovadora y creativa de Norteamérica. La 
declaración de independencia de Ithaca empieza a percibirse desde que 
uno camina por The Commons, el paseo peatonal. Ni sombra de McDonalds, 
Burger King, Starbucks y demás bastiones del colonialismo cultural 
americano. Aquí son todo comercios autóctonos que exhiben orgullosos el 
cartel con la moneda local: «Se aceptan horas». 


La primera vez que cayó en nuestras manos un billete de cinco horas de 
Ithaca, pensamos que trataban de jugar con nosotros al monopoli. El 
juego se acabó cuando intentamos comprar algo con él y la dependienta 
nos preguntó: «¿El cambio lo quiere en dólares o en horas?». Cuesta 
creerlo, pero sucede todos los días a 300 escasos kilómetros de Wall 
Street. 
La gente de Ithaca tiene sus propios billetes, mucho más coloristas y
divertidos que el dólar (ilustrados con niños, flores, granjas y
 
animales de la zona).
 El dinero local lo aceptan en la mayoría de 
las tiendas, y es la forma habitual de pago para las chapuzas caseras, 
las clases particulares o las terapias alternativas. La Cámara de 
Comercio respalda los billetes locales, aunque el verdadero aval es el 
trabajo y el patrimonio de los ciudadanos y su voluntad de aceptarlos 
como moneda alternativa. 


Es como el trueque de toda la vida, aunque de un modo más formal y con todas las de la ley. 
Las horas mueven, al cambio, unos 400 millones de pesetas al año que nunca saldrán de la ciudad.
«Los dólares son un instrumento alienante, al servicio de fuerzas 
destructivas» , nos explica Paul Glover, héroe local y mentor de las 
horas. «Con nuestro dinero estamos creando una riqueza que no nos van
a arrebatar y unos lazos que refuerzan día a día nuestra comunidad».
 


Una hora vale lo que 10 dólares, el «salario mínimo» que han decidido 
regalarse los ciudadanos de Ithaca (casi el doble que el nacional). 
«Nuestro
dinero no genera avaricia, sino solidaridad», presume Glover, cuya
 
última gesta ha sido la creación de una cooperativa de salud que da 
cobertura a todos los que no pueden pagarse el seguro médico en la 
ciudad

La creatividad de Ithaca es contagiosa, y las horas han encontrado ya réplica en 38 estados
tan distantes como Hawai (Ka/u Hours), Massachusetts (Valley Dollars) y
Carolina del Norte (Mountain Money). La ciudad ha marcado también la 
pauta nacional con 
dos programas innovadores de reciclaje de bicicletas y ordenadores. 






ECOALDEA


Pero si algo la hace verdaderamente irresistible a 
los ojos de cualquier amante de la naturaleza es la Ecoaldea. La 
Ecoaldea queda en las lomas del sinuoso lago Cayuga, en un bosque que un
puñado de vecinos arrebató a los especuladores inmobiliarios. Siguiendo
el modelo de las cooperativas danesas, y procurando el menor impacto en
el entorno natural, nació un proyecto de 
veinte casas arracimadas en
torno a un paseo peatonal, alimentadas con energía solar, abastecidas 
por su propia granja biológica. 



Los coches se dejan en el granero de la entrada. Los niños corretean a 
sus anchas, se bañan en el estanque, aprenden a reconocer los cantos de 
infinidad de pájaros. Son 90 vecinos en total, unidos por la voluntad de
vivir de otra manera, más humana y solidaria. «El individualismo a 
ultranza y la cultura del coche han dinamitado la sociedad americana», 
se lamenta Liz Walker, la alcaldesa de la Ecoaldea. «Nuestras ciudades 
son desiertos, y por todo los sitios crecen cinturones de asfalto y 
mastodontes comerciales. La gente se marcha a vivir con toda su ilusión 
al chalé en las afueras y el sueño se convierte en una pesadilla: 
atascos a todas horas, aislamiento e incomunicación, la sensación de no 
pertenecer a ningún sitio…». 


«Pues bien, no hay por qué resignarse a ese tipo de vida», sugiere Liz. 
«Aquí, en la Ecoaldea , estamos buscando otro modelo, a caballo entre la
vida urbana y la vida rural. 
Todos venimos buscando un contacto más 
directo con la naturaleza y unos ciertos lazos de comunidad. Somos 90 
vecinos, y cada cual hace su vida, pero también algo por los demás». 

ARCATA: Bicicletas y reciclaje
 
Dejamos atrás Ithaca y su 
cocedero de innovaciones sociales, y saltamos a la otra costa, siguiendo
el rastro del bosque de secuoyas gigantes que en tiempos llegaba hasta 
San Francisco. Allí, en la costa del Pacífico Norte, nos encontramos con
Arcata, la primera ciudad americana con un Ayuntamiento verde. 
La bicicleta y el reciclaje son la religión diaria de sus 16.000 
vecinos, que contribuyeron con sus manos a crear el Santuario de la Vida
Silvestre , donde hoy anidan 50 especies de pájaros. 


Desde Arcata podríamos subir en tres horas hasta Portland, Oregón, 
bandera del movimineto del renacimiento urbano. Portland fue la primera 
gran ciudad en poner freno a la marabunta de los adosados y en proteger
cientos de hectáreas de espacios verdes. Trolebuses gratis, amplias
 
zonas peatonales, cientos de kilómetros de carriles-bici. 
.. La 
trasformación prodigiosa de la destartalada ciudad industrial en el 
centro vital que es ahora fue sobre todo fruto de la labor de los 
vecinos, agrupados en la Coalición para el Futuro Vivible. 


Una metaformosis parecida ha sido la que ha experimentado en estos 
últimos años Chattanooga, Tennesee. En 1970 era la ciudad más 
contaminada de los Estados Unidos; los vecinos y las empresas locales, 
unidos en un proyecto que decidieron llamar Visión 2000, emprendieron la
operación rescate. Chattanooga es hoy un modelo de desarrollo 
sostenible. 





    Providence, Burlington, Madison, Northampton, Iowa City, Santa Fe… Estados
Unidos está cuajado de provincias rebeldes donde empieza a tomar cuerpo
la impostura contra los símbolos más visibles del imperio. Hay quien 
insiste en que no son más que brotes aislados de la contracultura de los
años 60, pero lo cierto es que la onda expansiva está cuajando ya en 
grandes ciudades como Boston o Seattle. ¿Hace falta recordar lo que 
ocurrió allí?
La prensa oficial, en manos de grandes compañías que están a su vez controladas por bancos, no dicen nada sobre estas experiencias renovadoras que están creando los ciudadanos, por algo será . . .

 

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